Nadie estaba preparado para una pandemia, eso es una realidad. Y aunque, de alguna manera, se podría pensar que una contingencia como el COVID-19 era bastante improbable como para aparecer en los planes de emergencia de las empresas, lo que también quedó en evidencia fue la poca preparación que tenían muchas de las industrias más grandes del país frente a un mundo digital que se ha estado expandiendo desde hace ya algunos años.
El COVID-19 es quizá una de las más grandes crisis que hemos enfrentado y, justo del mismo tamaño, son los retos que ha ido dejando a su paso:
Teletrabajo y cultura digital: La urgencia de crear una cultura digital dentro de las empresas que permita a las personas ejercer su labor desde cualquier lugar del mundo sin inconvenientes y con el apoyo de todo su equipo trabajo. Así como el conocimiento y la apropiación de todas aquellas herramientas necesarias para que los procesos funcionen apropiadamente desde la distancia.
Organización de líneas de producción y horarios de trabajo: La importancia de buscar otras metodologías de trabajo para las industrias manufactureras que tienen como base de su quehacer la producción de cientos de personas dentro de un taller o una planta y que ahora deben asegurar que haya un distanciamiento social y un ambiente seguro para sus colaboradores.
Ciberseguridad: La construcción de infraestructuras digitales impenetrables que puedan ofrecer seguridad al flujo de información confidencial de las empresas que se aloja en la nube.
Cadenas de abastecimiento y precio de materias primas: Desde antes de la llegada oficial del Covid-19 a Colombia, los empresarios ya estaban sintiendo sus efectos; la mayoría de materias primas importadas tuvo una alza en sus precios debido a la caída de la moneda nacional. ¿Cómo podríamos entonces lograr que estas empresas encuentren sus insumos en Colombia a un precio competitivo?
Experiencias de compra seguras y libres de Coronavirus: Grandes industrias como aquellas encargadas de retail, entretenimiento y turismo se han visto gravemente afectadas, debido a las características de las experiencias que brindaban por medio de sus servicios. ¿De qué manera podrían lograr estas empresas adaptarse a las nuevas condiciones y restricciones sociales que está dejando la pandemia?
Y estos son sólo unos cuantos desafíos de los muchos que ahora enfrentan las empresas para volver a operar y lograr recuperarse o, al menos, equilibrarse. Entonces, ¿cuál es el camino para resolverlos?
La innovación abierta, una excelente alternativa
La innovación tendrá un papel importante que desempeñar en la recuperación de las secuelas del coronavirus. De hecho, se hace cada día más evidente la urgencia de buenas ideas que ayuden al crecimiento de cada uno de los sectores económicos del país y, al mismo tiempo, aseguren el bienestar de las personas.
Ahí es donde aparece la innovación abierta como una solución, ya que ésta tiene el gran potencial de ampliar el espacio para la creación de valor, al convocar personas diversas con visiones distintas del mundo, talentos múltiples y conocimientos interdisciplinares, para que piensen cómo resolver las problemáticas que están retando a las empresas por causa del COVID-19.
En una crisis, la innovación abierta, además de ayudar a las organizaciones a encontrar soluciones a problemas apremiantes, puede también aportar a la construcción de una reputación positiva. Es decir, es una oportunidad para generar un gran impacto en los indicadores de dos áreas relevantes dentro de las empresas: innovación y mercadeo.
De hecho, ya muchas organizaciones, durante la cuarentena, le apostaron a una metodología llamada Hackaton para encontrar nuevas formas de hacer las cosas y, la mayoría de ellas, coinciden en que lo interesante de la innovación abierta es que le aporta perspectivas novedosas que ayudan a hacer las preguntas correctas para llegar a mejores respuestas, pues parte de un pensamiento descentralizado y participativo. Ahí está el valor de esta alternativa.
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